miércoles, 6 de agosto de 2014

Alerta mundial por el nuevo virus chikungunya

Podría convertirse en la enfermedad del verano: síntomas, características y riesgos de esta nueva fiebre emparentada con el dengue.
La Organización Mundial de la Salud declaró que la epidemia del chikungunya es “grave” en América y estiman que ya se registraron alrededor de 350.000 casos. El virus se transmite a los humanos mediante la picadura de los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus que tengan carga viral y no hay posibilidad de contagio persona a persona.
El virus chikungunya se caracteriza por generar aparición súbita de fiebre alta y mialgia articular, que pueden ser acompañados por dolores musculares, de cabeza, náuseas, cansancio y sarpullido. No hay vacuna contra este mal y si bien no es mortal puede llegar hasta el sistema inmune o provocar hemorragias que culminan con el fallecimiento del paciente. Por este motivo los únicos medicamentos recetados son aquellos para aliviar el dolor y la fiebre, excepto la aspirina que está totalmente contraindicada por ser un anticoagulante. Es importante destacar que la mayoría de los afectados se recupera, pero en algunos casos los dolores articulares pueden durar varios meses o incluso años.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación ya alertaron sobre la posibilidad de un brote de chikungunya en el país y presentaron un documento que incluye antecedentes, síntomas, formas de contagio, prevención, estadísticas y estudios sobre el tema. Mientras tanto la Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI) publicó el artículo ¿Qué es la fiebre por chikungunya? en su web especializada “Guía práctica para un viaje saludable” con recomendaciones para aquellas personas que decidan trasladarse a las zonas afectadas.
Entendiendo el virus
El doctor Nicolás Schweigmann es biólogo, investigador independiente del CONICET y parte del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) perteneciente al Departamento de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA).
Como uno de los principales referentes en el tema explica que la clave para el avance de la enfermedad en una región es detectar “casos autóctonos”, esto quiere decir que el mosquito infectado ya está transmitiendo el virus a personas de un lugar que no había registrado casos.
Para poder entenderlo, el especialista lo ejemplifica: “En un edificio de una manzana de un barrio cualquiera llega de viaje un infectado, un mosquito (que siempre nacen sanos) pica al enfermo y luego a otra persona que vive en esa manzana. Ahí se detecta un primer brote. Luego esa persona visita a un pariente que vive en otro barrio, allí es picado por otro insecto que luego seguirá contagiando. Se detecta un segundo brote y así sucesivamente hasta extenderse por todo el país y alrededores. Ahí es cuando estamos frente a una epidemia que de pasar los límites continentales se denomina pandemia”.
“El chikungunya existe hace mucho en África y el Sudeste asiático pero en diciembre de 2013 desembarcó en las Antillas y se propagó muy rápido. Yo creo que el Mundial fue un foco de contagio”, opina Schweigmann. De todas formas el biólogo aclara que la probabilidad del contagio depende de la “presión de virus”: un mosquito infectado puede picar una vez a alguien y no enfermarlo, pero mientras más personas traigan el virus de afuera y se asienten en una zona la probabilidad de quedar afectado por una sola picadura y por el mismo animal es más alta (en la mayoría de los casos el agente externo necesita varias mordeduras para adquirir chikungunya).
Además, el Aedes no es capaz de pasar el virus apenas lo contrae, incluso puede morir antes de lograrlo, y sólo puede infectar por poco tiempo, esto sumado a las condiciones ambientales, conductuales y genéticas del animal y de la posible persona a enfermar.
Con respecto a la prevención, Schweigmann dice que este es el momento para realizar las acciones pertinentes porque durante el invierno no hay mosquitos adultos, sino huevos y larvas. “Como biólogo no miro con buenos ojos la fumigación. Yo tengo tres reglas: los envases y tachos que no te sirven, tiralos; los que usás, dalos vuelta y si los necesitás, cambiá el líquido todos los días”. Sobre el mito de que estos insectos se desarrollan en aguas estancadas, el doctor aclara que sólo se refiere a la condición de quietud y no a que esté en lugares desolados o sucios, ya que el Aedes está totalmente adaptado al humano. “Hicimos diversos estudios y descubrimos que a este mosquito le encanta la gente. Nunca lo vas a encontrar a más de 45 metros de una casa habitada”.
Nota publicada en http://notas.org.ar/

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