lunes, 14 de octubre de 2013

ABO: "Los Hijos de los Otros" y "La vida después del horror" - Trabajo realizado por Martina Bondone, María Laura Guzmán, Carlos Mársico, Germán Mercurio y Cynthia Valenzuela Dip

Reseña para entender ABO

ABO formó parte de un esquema represivo distinto por las vinculaciones que tenía con otros dispositivos similares, y en particular formó parte del circuito compuesto por los Centros Clandestinos de Tortura y Exterminio: “Club Atlético”, “Banco” y “Olimpo”. Estos tres centros funcionaron sucesivamente, bajo la órbita del Primer Cuerpo de Ejército,  donde actuaban los mismos represores. 
El “Club Atlético” estuvo activo entre febrero y diciembre de 1977 y el “Banco” desde el  28 de diciembre de 1977 al 16 de agosto de 1978, que tras cambios en el primer cuerpo del ejército y la construcción de la autopista fue cerrado. En esta fecha todos los detenidos-desaparecidos que estaban secuestrados en el CCDTyE “Banco” fueron trasladados al “Olimpo”. El lugar había sido recientemente construido en el barrio de Floresta (Capital Federal), en  la calle Ramón Falcón, entre Lacarra y Olivera.
Fue edificado a principios del siglo XX y fue utilizado primero como garage y luego como Terminal de tranvías. A partir de la década del '60 funcionó como Terminal de colectivos y con la llegada de la última Dictadura Militar quedó en manos de la Policía Federal, quien cooperó junto con las fuerzas armadas para la construcción de celdas en las que se mantenía en cautiverio a los secuestrados. El centro funcionó durante 6 meses,  desde Agosto de 1978 hasta enero de 1979. En la entrada del sitio había un cartel que rezaba “Bienvenido al Olimpo de los Dioses. Los Centuriones”.
Tal como sucedía en el “Banco” las fuerzas represivas estaban organizadas en Grupos de Tareas (GT), estos estaban conformados por personal del Ejército,  de la Policía Federal Argentina, de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, de Aeronáutica y Gendarmería, entre otras. Eran dependientes del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército, estando en combinación con otros centros como la ESMA.
El “Olimpo” dependía de Guillermo Suárez Mason (apodado "El Carnicero"), quien era comandante del  1° Cuerpo del Ejército Argentino. El responsable del campo fue el Mayor del Ejército Guillermo Minicucci, y bajo su cargo estaban los Oficiales de la Policía Federal.
Con la llegada a la Democracia en 1983 el edificio pasó a manos de la Policía Federal Argentina y fue convertido en un centro de verificación automotor. En 2001 una Asamblea  integrada por sobrevivientes, familiares de víctimas, organizaciones de Derechos Humanos  y vecinos del barrio se reúnen con el fin de recuperar el centro “Olimpo” como Sitio para la Historia a través de marchas, pintadas, escraches, abrazos al lugar y actos en la calle. En 2005, luego de una manifestación importante, los grupos mencionados fueron convocados por la Presidencia de la Nación para firmar un decreto nombrando al Centro como “Sitio de la Memoria”, anunciando además que la Policía Federal  tenía un plazo de 90 días para retirarse del lugar, orden que no se acató. Por este motivo fue desalojada,  pero antes de desocupar el lugar destruyeron parte de la construcción.
El 24 de noviembre de 2009 comenzó el juicio del circuito represivo ABO, donde 17 represores fueron sentenciados, a pesar de que se ha comprobado que fueron 180 los que actuaron en los distintos centros que lo conformaron. El proceso fue llevado a cabo por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2, integrado por los jueces Dr. Jorge Alberto Tassara, la Dra. Ana María D´alessio y Dra. María Laura Garrigós de Rébori.  Se presentaron 184 casos que correspondían a torturas y privación ilegítima de la libertad. El 21 de diciembre del 2010 fueron 12 los acusados condenados a prisión perpetua,  cuatro a 25 años de prisión y uno absuelto.
El 19 de abril de 2012 inició el juicio ABO Bis, el cual fueron dos los acusados por las 181 privaciones ilegítimas de la libertad y tormentos, pero no por homicidios porque los cuerpos no fueron encontrados. Lo llevó adelante el tribunal integrado por el Dr. Jorge Alberto Tassara, el Dr. Rodrigo Giménez Uriburu, y el Dr. Jorge Luciano Gorini.
El 8 de junio de 2012 se dictó sentencia a los dos acusados, Pedro Santiago Godoy (Calculín), condenado a 18 años de prisión y Alfredo Omar Feito (Cacho), a 25 años de prisión domiciliaria. Durante la primera condena de ABO ambos estaban prófugos.

Actualmente “Olimpo” es considerado como un espacio de encuentro por los sobrevivientes, los vecinos y las organizaciones que se reúnen para hacer del ex centro un mejor lugar para todos.  Allí se llevan a cabo diferentes actividades como serigrafía, facturería, cine documental, guitarra, murgas, circo, teatro, taller de escritura y radio comunitaria. Además crearon la Biblioteca Nacional Carlos Fuentealba, compuesta por libros que se encontraban prohibidos durante el proceso de la dictadura militar. El ex Centro Clandestino es ahora el Museo de la Memoria, donde personas de todo el mundo recorren el lugar donde 300 personas fueron secuestradas. La intención de la coordinación no es reconstruir a través del sufrimiento, sino construir Memoria. La apertura a todos era una premisa incuestionable por parte de la Mesa de Trabajo y Consenso, ellos exigieron la recuperación del sitio para hacerlo parte de la comunidad involucrando la realidad para cambiarla.

Los Hijos de los Otros

Durante la década del ´70 Isabel Fernández Blanco y su marido Enrique Carlos Ghezan militaban en Montoneros. El 28 de julio de 1978 Isabel llevaba a su bebé de dos meses al Hospital Nacional de Odontología, cuando fue interceptada por una mujer que le arrancó a su hijo de los brazos y dos hombres armados, quienes a la fuerza la subieron a un auto vendada y atada. La trasladaron al "Banco" donde la torturaron durante tres horas para sacarle el paradero de su esposo. Los captores obtuvieron la dirección de su casa en una receta médica y la mujer fue conducida a una estación de servicio en las inmediaciones de su hogar. Mientras que a su hijo le apuntaban con un arma Isabel fue obligada a comunicarse con su esposo con la excusa de abandonar la vivienda que compartían y buscarla en la parada de colectivo. Tras este episodio Enrique también fue detenido.  
            Juan Carlos Ghezán inició acciones y presentó un habeas corpus para la pronta aparición de su hijo y su nuera. Tanto la Policía Federal como el Poder Ejecutivo Nacional negaron que la pareja se encontrase en alguna dependencia de esa repartición. Pero mientras tanto en "El lugar de los dioses" los Ghezán vivieron seis meses en cautiverio ingresando en calidad de "incomunicados", donde tras ser torturados hasta el cansancio en el "quirófano" fueron trasladados al sector "población" para el paso de nuevos detenidos. En esta área los prisioneros hacían tareas de lavandería, costura, cocina, carpintería y reparación de electrodomésticos robados.
            El 28 de enero de 1979 Isabel Fernández Blanco y Enrique Ghezán recuperaron su libertad,  hasta el día de hoy desconocen el motivo. En el vano intento de alejarse del pasado y empezar una nueva vida, el matrimonio se instaló en Tandil, provincia de Buenos Aires, en una casa de campo que pertenecía a los padres de Enrique. Sin embargo, el sufrimiento no terminaría hasta la llegada de la democracia. Bajo la atenta mirada del "Mayor Peña", la familia viviría la denominada libertad vigilada, aquella que era concedida a todos los que "gozaban" de la inesperada excarcelación.
            Al poco tiempo de su liberación, Enrique fue citado por el Teniente Coronel  Cordero del Batallón de Caballería Blindada, quien le hizo un "apriete" proponiéndole colaborar con el Ejército infiltrándose en partidos y organizaciones políticas.  A cambio recibiría ventajas económicas como adjudicación de licitaciones y explotación de campos pertenecientes a la Armada. Le dieron 15 días para pensarlo bajo amenaza de muerte. Cumplido el plazo, Ghezán se negó y fue obligado a comunicarse quincenalmente con el Batallón para dar cuenta de su paradero y sus actividades.
            Isabel Cerruti (ver recuadro “La vida después del horror”), compañera en la militancia y en el cautiverio  de los Ghezán,  recibió el tan temido llamado de Peña, quien con su habitual impunidad se dirigía hacia ella como si fueran viejos conocidos. Ese día le comunicó que viajarían hacia Tandil para visitar a "Quique y a Isabel". "Fue muy desagradable, porque no sabíamos que iba a pasar con nosotros. Estaba la mamá de Enrique, quien se asustó muchísimo porque se dio cuenta de la situación. Fue una tortura para todos porque nos quedamos varios días sin saber qué hacía ese hombre ahí o si estaba esperando a alguien", declaró Cerruti. Pero esa visita no sería la única.
            Hacia octubre de 1980, los Ghezán recibieron el llamado de "Cacho". Isabel creyó que se trataba de su padre, pero era su captor Alfredo Omar Feito, quien le dijo: "Estamos por ir a Tandil así que preparen el asado". Días después se comunicaron nuevamente con ellos y fijaron  una fecha para el encuentro.
            Un mes después se presentaron dos represores en la casa de Tandil con dos niños: uno de cuatro y otro de un año y medio. Les dijeron que los padres, de quienes nunca dieron datos,  se habían tomado "unas pastillas de cianuro", que estaban buscando a los familiares y les pidieron que mientras tanto se hicieran cargo de los menores. Ellos obedecieron  e incluso se encariñaron con los niños tal como lo afirmó su amiga Isabel Cerruti.
            Durante la estadía, el mayor de los niños le dijo a Enrique: "Mi mamá está en un lugar que se parece a un hospital con muchas puertas, y está muy enferma porque le dieron mucha electricidad". El 23 de diciembre del mismo año, un grupo de tareas  fue a buscar a los chicos: "Se los llevaron sin ropa, sin juguetes ni nada. Como nos habían dejado un teléfono, llamé inmediatamente y no recuerdo quién me atendió, pero quedamos en vernos",  declaró Fernández Blanco.
            En la víspera de Navidad los Ghezán viajaron a Buenos Aires y se encontraron con Cacho Feito en una confitería. Ellos creían que los militares iban a entregar a los niños en adopción y su intención era impedirlo. El represor les comunicó que los padres de Marcos y Jorge De Lillio, nombres que supieron ese día,  "habían caído en la Contraofensiva" y que los menores fueron entregados a sus familiares en Chivilcoy, dato que el matrimonio pudo comprobar más tarde. Gracias a un informe de la CONADEP se supo que Miguel Angel De Lillio y Mirtha Haydeé Milabara eran militantes de la Juventud Peronista, quienes fueron secuestrados en noviembre del ‘80 cuando volvían al país desde su exilio en México para participar de la contraofensiva que se llevaría a cabo en Argentina y ese fue el momento en el que los militares aprovecharon para capturar a los "subversivos”. Viajaban  con sus dos hijos y fueron detenidos en el Aeropuerto de Ezeiza.

La vida después del horror

El 11 de enero de 1977 Isabel Cerruti atravesaba su tercer mes de embarazo, ese día su compañero de vida y militancia en Montoneros fue secuestrado. Se presume que Ernesto Eduardo Berner fue asesinado en la Escuela Mecánica de la Armada. Pero la agonía de Isabel recién comenzaba; un año y medio más tarde fue “chupada” de su hogar junto con Norberto, su bebé de 11 meses, quien sería devuelto a sus abuelos un par de horas más tarde. Ella fue trasladada al Banco y permaneció allí hasta el 16 de agosto de 1978, día del cierre de este centro clandestino. Decidieron llevarla al Olimpo en un camión del ejército, donde vivió su “cautiverio” real hasta el 26 de enero de 1979, porque Isabel continuaría presa bajo la llamada “libertad vigilada” impuesta por las Fuerzas.
            Durante su secuestro Cerruti militó desde el silencio y la solidaridad junto a otros compañeros, pero una vez que se encontró con el afuera no le quedaron energías ni ganas para volver a Montoneros: “Yo empecé a militar en el ´74 y terminé de militar el día que me liberaron”. Además respondía a las llamadas y visitas del “Mayor Peña”, miembro del Grupo de Tareas Nº 2 (GT2), un miedo que la hostigó hasta el regreso de la democracia. No será hasta el año 1984 que Isabel tendrá la necesidad de volver al Olimpo en calidad de testigo – sobreviviente y aquí la dicotomía: “Tanto la defensa de los represores, como la fiscalía y los jueces te van pidiendo diferentes cosas y algunas las podes dar y otras no, ahí se complica”. Ni a ella como víctima ni al resto de sus compañeros les importa el resarcimiento económico, pero sí la reparación histórica de y para la sociedad.
“Los sobrevivientes no sabemos el motivo de nuestra liberación porque somos víctimas, más allá que ahora estemos en categoría de testigos”, dice Cerruti, quien además es miembro de la Mesa de Trabajo y Consenso por la Recuperación de la Memoria del ex CCDTyE Olimpo. El proyecto tiene como fin reconstruir la historia, resignificar el horror: “Lo que yo siento con respecto a este lugar es que es una prueba para la justicia”.
La recuperación del Olimpo comenzó como un reclamo vecinal en el ’96 e Isabel sintió la necesidad de ser parte. Los frutos del trabajo en conjunto se verán recién diez años después, tras el abrazo simbólico al ex Centro Clandestino. Son llamados desde la Presidencia de la Nación, con Néstor Kirchner en el cargo y Aníbal Ibarra como Jefe de Gobierno, con la idea de conformar una mesa. En esa reunión estuvieron presentes la directora del Colegio Nº 2, quien trabajó siempre por la causa Olimpo, los “Vecinos organizados” del barrio, familiares de víctimas y sobrevivientes para firmar un decreto de traspaso de la Nación a la Ciudad para hacer del lugar un “Sitio de Memoria”. Finalmente, en 2006 la Policía es desalojada y las calles de Floresta festejan el triunfo tras una década de lucha.
Hoy en día Isabel trabaja en el Olimpo, continúa peleando por la recuperación del “Banco”, otro centro clandestino, y además es querellante en la causa ESMA por su compañero desaparecido. No puede ni quiere escapar del pasado, todos sus esfuerzos están puestos en el “Nunca Más”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario