martes, 14 de mayo de 2013

A las palabras se las lleva el agua


Libros colgando del techo o abiertos sobre lonas en el piso ocupando la mayor parte de una amplia habitación, hojas sueltas, papeles secantes que vuelan mientras una decena de ventiladores colocados improvisadamente funcionan sin cesar. En ese escenario conviven personas que comparten el amor por esas encuadernaciones, como los socios y trabajadores de la Biblioteca Popular Cornelio Saavedra, y se dedican a ayudar en el rescate de aquellos tesoros literarios.
Saavedra fue uno de los barrios más afectados de la Capital Federal tras el temporal del 2 de abril. El radio comprendido entre las avenidas Cabildo, Balbín, General Paz y Crisólogo Larralde presentó anegamientos en varios tramos, así como el Barrio Mitre ubicado en el límite que separa la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. A una semana el panorama no mejoró: de los ocho muertos en Capital dos corresponden a la zona, varios edificios siguen desagotando sus garajes, los autos arrastrados por la corriente están abandonados en una plazoleta sobre la calle García del Río y en cada esquina reposan los restos de las pertenencias de los vecinos.
La Biblioteca Popular Cornelio Saavedra, emplazada en García del Río 2737, sufrió las consecuencias de la tormenta: se cortó la luz; perdieron 4.500 libros, estanterías, una computadora y entró más de un metro de agua a sus instalaciones. Según su director, Enrique Gran, se decidió “tomar un criterio sobre qué salvar”. Al tirar el material que consideraron irrecuperable, el caso tomó notoriedad y colaboradores de la Biblioteca de Legislatura porteña se hicieron presentes en el lugar para recomponer algunas de las obras dañadas. Es que en junio del año pasado la rotura de un caño en el edificio ubicado en Perú 130 arruinó más de 13 mil ejemplares y sus trabajadores tomaron conocimiento sobre cómo recuperar el material.
Desde la Biblioteca Cornelio Saavedra se hizo un pedido que no tardó en ser respondido por vecinos y socios: donar papel higiénico, rollos de cocina y servilletas, además de ventiladores para empezar el proceso de secado. Lo primero fue vaciar todos los estantes afectados por el agua. Los libros mojados que pudieron salvarse fueron colocados en el salón que se utiliza para eventos y diversas actividades. Entre hoja y hoja colocaron papel secante para evitar que se peguen entre ellas. Una vez que la absorción finalizó, las encuadernaciones se colgaron en el techo y se les sacudió el polvo que arrastró la lluvia. Luego fueron prensadas y deben esperar para ser restauradas. Gracias a un taller que brinda el Congreso Nacional, la Biblioteca Cornelio Saavedra podrá hacerlo sin cargo.
Empleados de la Biblioteca y colaborados de la Legislatura estiman que el proceso de secado durará otra semana más en la que se intentarán rescatar mil libros. En ese tiempo y tal vez más, el lugar debe permanecer cerrado y no podrán recibir libros mientras las estanterías permanezcan mojadas y decidan cómo prevenir futuras inundaciones: “Estamos programando sobre la marcha”, explica Gran.

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